domingo, 15 de noviembre de 2009

Ghosts of Boyfriends Past


Hace algunas lunas, mi muy sabio hermano, si, el mismísimo Ghost Traveller, me enseñó que toda historia tiene, por mínimo, dos versiones. Ustedes, mi querida gentecita, se preguntaran: A qué viene tanta filosofía familiar. Mi respuesta sería simple y sencilla: A una historia que sucedió hace muy poco, y que me hizo reflexionar hasta qué grado ponemos etiquetas y juzgamos a las personas sólo por lo que nos cuentan de ellas.

Como algunos de ustedes saben, mi relación más duradera fue con J, sí, el historiador con el que compartí cerca de dos años y junto con ellos un montón de historias, recuerdos, experiencias y sueños; así también ustedes saben que tiene cerca de dos años que el señor J y yo terminamos nuestra relación de una manera abrupta dramática y por demás trágica (sí, sí, sí, asi con esas mismas palabras es como puedo describir mi rompimiento con J). Pero bueno, lejos de toda esta historia, algo que recuerdo casi fotográficamente, es la manera en que J se expresaba de su anterior pareja, F, a quien siempre describía como un psycho killer, que, en palabras de J "terminaría matándolo un día de estos". Esta descripción de F hacía que yo me lo imaginara como el ser más despreciable sobre la faz del planeta; si a esto le sumamos el hecho de que J me dejó para regresar con F a seis meses de haber iniciado nuestra relación, obviamente el concepto prefabricado que yo tenía del pobre hombre era deplorable. Con el tiempo, J me pidió regresar con él, y yo cual Rapunzel atrapada en su torre, lancé mi laaaarga trenza para que mi amado "príncipe" regresara a mi lado. Dos años después, mi épico romance con J terminó de la manera descrita anteriormente, asi es gentecita, Rapunzel terminó cortándose la trenza y arrojando al pseudo-príncipe por el balcón de su Torre, sí, descubrió que no necesitaba de príncipe alguno que la viniera a rescatar, simplemente abrió la puerta y bajó la escalinata rumbo a la libertad.

Hace un par de semanas, mientras viajaba en mi hermoso corcél anaranjado (el Sistema de Transporte Colectivo Metro), me topé con una cara conocida, que se bajó a la estacióon siguiente de la que yo me había subido. No, no era J, gentecita, era el mismísimo F en persona, el psycho killer... a quien yo conocia solo por haberlo visto en una ocasión. A la semana o dos siguientes, estaba yo en un Mc Roñas de la Ciudad de México, cuando de repente volteo y veo a la misma cara conocida, F... destino?, tal vez... yo continué con mi vida. De pronto, el día de ayer mi celular me despertó con un mensaje de texto: "A las 2 en Allende o a las 7 en Mixcoac, tú y yo solos" jajajaja no, mi querida gente, no era un menssje sexoso; lo que vino a mi mente inmediatamente fue F, quien, segun J, tenia fama de haber buscado a todos sus ex. Acordamos un lugar para nuestro encuentro...

Lo que sucedió a la hora del encuentro fue algo que jamás me imaginé... F llegó con una sonrisa en la cara (mi rostro de pánico, esperando que el psycho sacara un cuchillo de carnicero y me atacara fue inevitable). F y yo pasamos cerca de seis horas platicando como si nos conocieramos de hace mucho tiempo (aunque de alguna manera, no conociamos). F y yo platicamos de muchas cosas, y de entre las muchas cosas que platicamos salió aquél fortuito encuentro en el Mc Roñas y el me dijo: "Pense que cuando te paraste por refresco, era para tirarmelo en la cara". Yo me reí cual enano, a lo que el me contó: "La versión que me habían vendido de tí era la de un hijo de la chingada, violento y visceral". Yo sólo pude contestar: "La versión que me habían vendido de tí, fue la de psycho killer que algun día iba a terminar matándolo". Así, F y yo pasamos horas platicando, y cayendo a cuentas de que J tiene un patrón de conducta en el que no le gusta que lo traten bien, y cuando alguien lo trata bien, él acomoda las piezas del rompecabezas de tal manera que uno siempre termine haciéndole alguna grosería, y él quede como la víctima y uno como el victimario... Ambos caímos a cuenta que, así como J terminó con F para poder andar conmigo, del mismo modo terminó conmigo para ir corriendo a los brazos de su siguiente víctima, A. Mi encuentro con F terminó con un abrazo y con disculpas de ambas partes por haber creído en el concepto que nos habían vendido del otro.

Con esto, mi querida gentecita les demuestro que muchas veces, lo que nos cuentan no siempre es lo que es en realidad... sí, a lo mejor el concepto que les vendo de J es muy distinto a lo que es en realidad, pero, esa es una historia que les tocaría a ustedes contar si alguna vez se lo topan en la calle...

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