lunes, 18 de enero de 2010

Independence Gay


Independencia... todos la queremos y a veces, para poder obtener la propia, nos apropiamos de la de alguien más; a veces la encontramos en alguien más; a veces para obtenerla tenemos que entregar algo a cambio; algunas otras veces, para alcanzar nuestra independencia hay que pelear, sin darse por vencido, sin rendirse.

Muchas veces, cuando somos más jovenes, llegamos a pensar que lo mejor que nos podría pasar es independizarnos, probar suerte por nosotros mismos; pero no es sino hasta que damos ese paso que nos damos cuenta de qué tan preparados estabamos (o no estabamos) para independizarnos. Personalmente, no fue sino hasta hace muy poco que me decidí a dar ese paso. El proceso fue largo y MUY duro, implicó muchas horas de darle vueltas al asunto, muchas horas de consulta con la almohada... y muchas horas de trayecto Coacalco-Polanco para caer en la conclusión de que mi momento había llegado.

Cuando te enfrentas a una situación así, los miedos se hacen presentes y las dudas no dejan de invadirte, y es perfectamente normal, ya que, por primera vez te enfrentas por tí mismo al mundo, a las responsabilidades y, por qué no... a la soledad.

Mi proceso comenzó hace un par de meses... la idea llegó como un "flashazo" a mi mente... y a partir de ese momento, los engranes del destino se pusieron en funcionamiento, poco a poco me fui haciendo a la idea, y así, el Universo y yo comenzamos a complotear juntos para que este proyecto pudiera llegar a lo que es hoy.

Uno de mis miedos más grandes fue, y sigue siendo, el no saber a lo que me voy a enfrentar, ese miedo a no saber lo que me espera a la vuelta de la esquina. Pero, como siempre, el apoyo de la gente a la que quiero y que me quiere, el consejo de mi hermano (si gente, el sabio Traveler Ghost Writer) y un a brazo de mi sobrino, el pequeño Papa Drift, fueron quienes me dieron la fuerza suficiente para darme cuenta que cuento con los elementos necesarios para tomar impulso y atreverme a cerrar los ojos, abrir los brazos y dejarmecaer en esta nueva experiencia de vida.

Se podría decir, mi querida gentecita, que mi "Guerra de Independencia" no fue contra un ejército armado, ni contra un tirano que me tenía bajo su yugo... Esta vez, la batalla fue contra mis propios miedos, dudas y fantasmas; fantasmas de batallas perdidas, experiencias sin final feliz en las que heriste por accidente a quienes peleaban a tu lado por el mismo ideal... en esta guerra cada día se convierte en una batalla más y cada noche, al llegar a tu cama, te abrazas a la almohada para disfrutar de una victoria más.