sábado, 17 de octubre de 2009

Things Left Unsaid


¿Cuántas veces nos hemos quedado con cosas sin decir? ¿Una? ¿Dos? ¿Trescientas?. La verdad es que no importa la cantidad de cosas que nos quedamos sin decir, sino la trascendencia que esas cosas pudieron haber tenido en nuestras vidas. Muchas veces nos quedamos sin decir las cosas que pensamos o sentimos; algunas veces por miedo, algunas otras por orgullo... otras, simplemente por no causar problemas. A lo largo de mi vida, he aprendido que muchas veces lo mejor que puedes hacer es decir las cosas, sacar lo que sientes, porque, si los dejar adentro te pueden hacer más daño que el que te pueden causar una vez afuera.

Mañana seria el cumpleaños de mi papá, y quienes realemente me conocen, saben que mi relación con mi viejito nunca fue la mejor relación padre-hijo sobre la Tierra, a decir verdad, casi nunca nos decíamos que nos queríamos... por que en realidad nos veíamos poco, pero las pocas o muchas veces que nos veíamos, tratabamos de disfrutar el tiempo que teníamos juntos; sí, sí, sí, a veces peleabamos (más de la cuenta, diría yo), pero a veces también reíamos, a veces sólo me miraba, me pasaba una mano por la cabeza, tomaba un mechon del cabello de mi nuca y me dabe un tope con su frente... para mi, eso quería decir que me quería... En este caso, nunca hicieron falta muchas palabras para decirnos lo mucho que nos queríamos, esos pequeños gestos nos hacían saber lo que el uno sentía por el otro. recuerdo que en alguna ocasión me llevo a uno de sus taaaaan recurrentes viajes de trabajo, recuerdo la carretera, el olor a cigarro que llenaba el carro, y la música... ese viaje no estuvo lleno de diálogos filosóficos tipo "El Rey León" en el que el sabio padre le da a su pequeño y aventurado hijo una lección de vida que éste siempre recordará, en su lugar hubo más bien silencios, pero, no me importaba, porque en ese momento yo era el hijo más feliz de mundo al saber que estaba con mi padre, y disfrutar esos dias con el.

Como en casi todas la relaciones padre-hijo, José Luis (mi papá) no siempre estuvo de acuerdo con mis decisiones, pero siempre las respeto... nunca estuvo de acuerdo con que su hijo estuviera enel seminario, preparandose para ser cura, pero, sin embargo, me dejó... así era él, callado, reservado, pero siempre tenía SU forma de hacerte saber su opinión... Creo que esas una de las lecciones más importantes que me dejó, aprender de tus propias decisiones, de las buenas, y de las no tan buenas, siempre me ayudo a sacaralgun aprendizaje de mis propias decisiones. No sé si él esté orgulloso de las decisiones que he tomado, del lugar hacia donde he llevado mi propia vida, no sé si el estaría de acuerdo con las cosas que estoy haciendo. Lo único que sé es que cada día que pasa, tomo decisiones basado en las enseñanzas de mi sabio padre... jajajaja, cursi, pero sí, mi padre era un sabio, siempre te daba la solucion a tus problemas, y casi siempre era de la manera más simple, porque así era el... A decir verdad, no sé cuál era la opinión de mi padre acerca de mi homosexualidad, esa fue una de esas cosas que nunca le dije, no sé si por miedo, por orgullo, o simplemente una de esas cosas que se quedan sin decir con tal de no tener problemas; lo único que sé es que él ahora, desde donde está, lo sabe; no sé si está brincando de alegría, o retorciendose del coraje pero yo sólo espero que esté contento de saber que yo, su hijo, soy fiel a mí mismo, a sus enseñanzas, y al amor y admiración que siempre le he profesado... lo extraño, cada día que pasa me hace falta, pero aun así, no necesito tirarme al suelo, ni verlo hasta en la taza de café, no necesito "alucinar" con él, ni "platicar" con él, ni contar con "su aprobación" para tomar tal o cual decision... lo hecho, hecho está; lo dicho, dicho está, lo verdaderamente importante es la trascendencia de cada una de sus enseñanzas en mi vida.

Mi viejito ya no está conmigo, pero lo que sí está conmigo, es aquella última llamada por telefono, en la que antes de colgar le dije por primera vez en mucho tiempo: "Te quiero mucho", a lo que él me respondió: "Lo sé. Yo también te quiero"

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